La inmensidad de Freeman, el talento de Valera y el culto a lo sublime

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Por Ricardo R. González

Acabo de escuchar, o mejor dicho, de disfrutar, de dos joyas que por su calidad y dramaturgia pudieran ocupar espacios preferenciales en la discografía contemporánea.

Se trata de Vivencias en Clave Cubana, una especie de ajiaco musical que parte de las raíces de nuestras tradiciones para impregnarle ritmos actuales bajo una acuarela que la hacen más antillana, más del trópico.

Un proyecto acariciado por Kiki Valera, desde la ciudad norteamericana de Seattle, cuyo aval está signado por el precedente de una familia eminentemente musical (Valera Miranda) que tiene su prestigio ganado en el pentagrama de la isla, y en específico con el son.

Kiki tuvo el buen tino de escoger a Francisco José (Coco) Freeman para que lo acompañara en esta aventura, y como regalo bendito no hubo mejor fórmula.

Doce piezas mezcladas entre guarachas, boleros, sones que no se apartan de la tradición y recuerdan a íconos como Francisco Oramas (El Guayabero) o a Nico Saquito, aunque sin parecerse a nadie.

De aquí uno de los grandes méritos, defender un estilo propio nutrido de arraigos cotidianos, frases célebres, personajes típicos en circunstancias típicas, animales casi protagónicos en la historia de un pueblo, en fin, una diversidad temática que se refleja en: El caballo de Curingo, El perro de Juan, El sinsonte, o el Homenaje a Panchita, entre otras.

Cada pieza recreada gracias a los sonidos propiciados por el cuatro, la guitarra, los bajos, el bongó, o las trompetas a fin de acentuar esa cubanía que desborda por los poros.

Y el otro fonograma es Profundo amor, Un canto celestial que Coco dedica a su fe, a esa que la ha declarado como salvadora de su vida y a la que rinde tributo en cada uno de sus días.

Un regalo a Dios y a la propia existencia, a fomentar la camaradería entre hermanos, a procurar el bienestar del prójimo, a pretender hacernos mejores personas, a desterrar el mal, y a vivir en la paz que necesitan y claman los terrícolas.

Estos mensajes, de una u otra manera, sustentan los 12 tracks del álbum que nos llevan a meditaciones, a reflexionar, a cultivar esa espiritualidad que tanta falta hace.